miércoles, 22 de junio de 2016

22 de Junio de 2016 SANTO EVANGELIO: Mateo 7,15-20 Miércoles de la XII semana del tiempo ordinario



























22 de Junio de 2016
SANTO  EVANGELIO: Mateo 7,15-20  Miércoles de la XII semana del tiempo ordinario

TEXTO BÍBLICO: Mateo 7,15-20.
Los falsos profetas
"15 Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? 17 Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. 18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. 19 Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. 20 Por sus frutos, entonces, a ustedes los reconocerán".

CONCORDANCIA:
Lucas. 6. 43-44

MEDITACIÓN DE SANTOS Y EXEGETAS:
"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, y dentro son lobos rapaces: por sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura cogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así todo árbol bueno lleva buenos frutos; y el mal árbol lleva malos frutos. No puede el árbol bueno llevar malos frutos, ni el árbol malo llevar buenos frutos. Todo árbol que no lleva buen fruto, será cortado y metido en el fuego. Así, pues, por los frutos de ellos los conoceréis". (vv. 15-20)

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 19. Había mandado el Señor a los apóstoles que no hiciesen sus limosnas, sus ayunos y sus oraciones delante de los hombres, como lo hacen los hipócritas. Y para darles a conocer que todas estas cosas pueden hacerse con hipocresía, les habla diciendo: "Guardaos de los falsos profetas".

San Agustín, de sermone Domini, 2, 24. Habiendo dicho el Señor que son pocos los que encuentran el camino estrecho y la puerta angosta, para que los herejes, que se recomiendan muchas veces por su pequeño número, no se coloquen en nuestro lugar, añade en seguida: "Guardaos de los falsos profetas".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 23,6. Como se había dicho que la puerta es estrecha, y que son muchos los que pervierten la vía que a ella conduce, por eso inculcó: "Guardaos de los falsos profetas". Para despertar más su atención, les recordó con ese nombre a los que introdujeron el error entre sus padres, lo cual había sucedido también en medio de ellos.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 19. Lo que se ha escrito: "La Ley y los Profetas hasta San Juan Bautista" (Mt 11,13), es para significar que la profecía de Cristo no tendría lugar después de El. Aún hay profetas y los hubo, pero no que profeticen de Cristo, sino que interpretan lo que los antiguos profetas anunciaron de Cristo. Esto es, los maestros de las Iglesias. Y son profetas porque nadie puede interpretar el sentido de las profecías sino por medio del espíritu profético. Sabiendo, pues, el Señor que había de haber falsos doctores de diversas herejías, lo advirtió diciendo: "Guardaos de los falsos profetas". Como no eran manifiestos los futuros gentiles, sino escondidos bajo el nombre cristiano, no dijo: "Mirad", sino "Guardaos". 

Cuando la cosa es cierta se mira, esto es, se ve simplemente, pero cuando es incierta se observa, esto es, se examina con precaución. Dice además: "Guardaos", porque es una buena garantía de salvación saber de quién se ha de huir. No dice "Guardaos" como si el diablo pudiese introducir herejías (en la Iglesia) contra la voluntad de Dios, sino con la permisión de Dios, pues dado que no quiere tener siervos suyos sin discernimiento, permite la tentación. Y porque no quiere que sucumban por ignorancia, les advierte el peligro. 

Para que algún maestro hereje no diga que a ellos no los llamó profetas falsos, sino a los maestros de los gentiles y de los judíos, por eso añade: "Que vienen a vosotros con vestidos de ovejas". Las ovejas son los cristianos, mas el vestido de oveja es una especie de cristianismo y de religión fingida. Ninguna cosa hace tanto daño al bien como la ficción, porque lo malo que se oculta con apariencia de bueno. Mientras no se conoce, no se previene. Y para que aun no diga el hereje que habla de los verdaderos maestros, que también son pecadores, añade: "Y dentro son lobos rapaces". Los  (Catena aurea ES 3715)
maestros católicos se llaman también siervos de la carne, porque son vencidos por ella, pero no lobos rapaces, porque no tienen el propósito de perder a los cristianos. Habla, pues, Jesucristo de los maestros herejes, que con intención toman el aspecto de cristianos para destrozarlos con la perversa mordedura de la seducción, y de quienes dice el Apóstol: "Sé que después de mi muerte, entrarán entre vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño" (Ac 20,29)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 23,6. Por lo que parece, muchas veces no sólo son llamados falsos profetas los herejes, sino también aquéllos cuya vida es corrupta, pero que la ocultan con el antifaz de la virtud, por lo cual dijo: "Los conoceréis por sus frutos". Entre los herejes puede muchas veces hallarse la vida, pero de ningún modo entre los que he dicho.

San Agustín, de sermone Domini, 2,24. Importa mucho averiguar la clase de frutos de que se trata aquí. Muchos se dejan engañar a la vista de los frutos que producen aquellos que llevan piel de oveja, y así resultan la presa de los lobos. Los frutos que los engañan son los ayunos, las limosnas y las oraciones que no tienen otro objeto que los hombres y agradar a aquellos a quienes estas obras parecen difíciles. Pues bien, éstos no son los frutos que pueden servirnos para reconocerlos, como se nos manda, porque todas estas cosas si se hacen con recta intención, en la verdad, son el vestido propio de las ovejas. Mas cuando se hacen con mal fin, y con el objeto de engañar, no aprovechan más que para encubrir a los lobos. Pero no deben las ovejas aborrecer su vestido porque con él se cubran muchas veces los lobos. Cuáles son los frutos con los que podremos conocer el árbol malo, no lo dice el Apóstol en su carta a los fieles de Galacia: "Manifiestas son las obras de la carne: ellas son la fornicación, la impureza" (Ga 5,19), etc. Y cuáles son los frutos con los que podremos conocer el árbol bueno, lo expresa también el Apóstol diciendo en la misma carta: "Los frutos espirituales son la caridad, el gozo, la paz" (Ga 5,22), etc.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 19. El fruto por donde se conoce al hombre es la confesión de su fe. El que, según Dios, emita la voz de la humildad y de la verdadera confesión, éste es una oveja. Pero el que, por el contrario, se deshace en blasfemias contra Dios, es un lobo.

San Jerónimo. Así pues, lo que se dice aquí de los falsos profetas (que ofrecen una cosa en su trato y en sus palabras, y demuestran otra en sus obras), debe entenderse especialmente de los herejes, que parecen cubrirse con la continencia y el ayuno como con un vestido de piedad, pero que interiormente tienen sus almas envenenadas, y engañan los corazones de sus hermanos sencillos. (Catena aurea ES 3715)
San Agustín, de sermone Domini, 2, 39. Pero por las obras puede deducirse si esa apariencia exterior lleva envuelta alguna ambición. Cuando empiecen a ser mortificados por algunas tentaciones, en el modo de evitarlas o de no consentirlas se verá el fin que se propusieron, o que intentaron proponerse, al encubrirse con este velo. Y entonces aparecerá si es lobo cubierto con piel de oveja, u oveja con su propia piel.

San Gregorio Magno, Moralia 31,11. El hipócrita hasta con la paz de la Iglesia se ve hostigado, por eso a nuestra vista aparece vestido con capa de religiosidad. Pero basta que se declare alguna persecución contra la fe, y al punto los feroces apetitos del lobo lo despojan del vestido de oveja, y, persiguiendo, demuestra cuán grande es su crueldad contra el bien.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 23,6. Fácilmente se descubre a los hipócritas. El camino por el que quieren andar es difícil. El hipócrita no es amigo del trabajo. Además, para que no se diga que es imposible conocer a estos tales, pone otro ejemplo el Salvador, tomado de las mismas cosas humanas, diciendo: "¿Por ventura cogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 19. La uva encierra en sí cierto misterio de Jesucristo. Así como el racimo suspende muchos granos pendientes de la cepa, así Jesucristo suspende de sí muchos fieles unidos al árbol de la Cruz. El higo representa la Iglesia, que contiene a muchos fieles con cierto dulce abrazo de caridad, así como el higo contiene muchos granillos encerrados en su piel. Hay en el higo estas señales de caridad en su dulzura, de unidad en la reunión de sus granos. La uva es el símbolo de la paciencia porque se la lleva al lagar, también lo es de alegría porque el vino alegra el corazón del hombre (Ps 103), de pureza porque no está mezclada con agua, y de suavidad por la complacencia que produce. 
La espina y el abrojo por todas partes ofrecen puntas. Así, si examinamos los esclavos del diablo, por cualquier parte que los examinemos, los encontraremos cubiertos de iniquidades. No pueden, pues, estos espinos y estos abrojos producir frutos propios de la Iglesia. Demuestra a continuación que es universalmente verdadero lo que en particular había dicho bajo la semejanza del higo y de la vid, de los espinos y de los abrojos, cuando dice: "Así todo árbol bueno lleva buenos frutos; y todo árbol malo, lleva malos frutos".

San Agustín, de sermone Domini, 2, 24. Debe evitarse en este lugar el error de aquéllos (de los maniqueos) que opinan que los dos árboles designan dos naturalezas, de las cuales la una es de Dios y la otra no. Debe decirse que esta figura de los dos árboles en nada los favorece, puesto que aquí no se trata de los árboles sino de los hombres, como podrá ver claramente el que considere los antecedentes y los consiguientes.

San Agustín, de civitate Dei, 12, 4-5. Las mismas naturalezas desagradan a los herejes mencionados, no considerándolas según su utilidad, como si la naturaleza considerada en sí misma no diese gloria a su Autor, sino por la comodidad o incomodidad que nos produzca. Todas las naturalezas, por el mero hecho de existir y de tener su modo de ser propio, su especie y cierta paz suya consigo, son ciertamente buenas. (Catena aurea ES 3715)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 23,7. Para que alguno no diga que el árbol malo produce malos frutos, pero que también los produce buenos, y que por ello será difícil conocerlo a no ser gustando los dos frutos, añade: "No puede el árbol bueno llevar malos frutos, ni el árbol malo llevar buenos frutos".

San Agustín, de sermone Domini, 2, 24. De aquí deducen los maniqueos que un alma no puede volverse buena, ni una buena en mala, como si se hubiese dicho: "No puede un árbol bueno convertirse en malo, ni un árbol malo volverse bueno". Lo que se ha dicho es: "No puede un árbol bueno producir malos frutos", ni lo contrario. El árbol es el mismo hombre. Los frutos son las acciones del hombre. No puede, por lo tanto, un hombre malo hacer obras buenas, ni uno bueno hacerlas malas. Luego si el malo quiere obrar bien, es preciso que primero se haga bueno. Mientras uno es malo, no puede hacer obras buenas. Puede suceder que lo que fue nieve no lo sea, mas no que la nieve sea caliente. Así puede suceder que el que fue malo no lo sea, pero no se podrá conseguir que el que es malo haga cosas buenas, pues aunque alguna vez es útil, esto no lo hace él, sino que se realiza en él, haciéndolo la divina Providencia.

Rábano. El hombre se considera como árbol bueno o malo, según que su voluntad sea buena o mala. Los frutos son sus acciones, que no pueden ser buenas cuando son producto de una mala voluntad, ni malas cuando lo son de una buena.

San Agustín, contra Iulianum 1, 13. Así como se sabe que de la mala voluntad no pueden brotar más que malas acciones (como sucede al árbol respecto de sus frutos), así, ¿de dónde dirás que procede la misma voluntad mala, sino porque la mala voluntad del ángel nace del ángel, como la del hombre nace del mismo hombre? ¿Qué eran estos dos, antes de que naciese en ellos la mala voluntad, sino una obra perfecta de Dios y una naturaleza digna de alabanza? He aquí por qué decimos que de lo bueno nace lo malo, pues no hay de dónde podría haber surgido sino es de lo bueno. Digo esto de la mala voluntad misma, pues ningún mal la precedió. No de las obras malas, porque ellas no nacen sino de una voluntad mala como de un árbol malo. Pero no proviene la mala voluntad de lo bueno -pues lo bueno ha sido hecho por el buen Dios- sino que proviene de la nada, no de Dios.

San Jerónimo. Preguntemos a los herejes, que admiten en sí mismos dos naturalezas contrarias si, según su modo de pensar, un árbol bueno no puede producir malos frutos, ¿cómo Moisés, árbol bueno, ha pecado junto a las aguas de la contradicción (Nb 26,72), San Pedro negó al Señor en la pasión diciendo: "No conozco a ese hombre", y el suegro de Moisés, árbol malo que no creía en el Dios de Israel, le dio un buen consejo?

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 23,7. Como no había mandado castigar a los malos profetas, los amenaza con las penas que Dios suele aplicar, diciendo: "Todo árbol que no lleve buen fruto, será cortado y metido en el fuego". En estas palabras parece que designa a los judíos y por ello recuerda las palabras del Bautista, manifestándoles por medio de ellas la pena que les está preparada. Pues aquél había dicho esto mismo a los judíos cuando les hablaba del árbol cortado, recordándoles que sería arrojado al fuego eterno. Si alguno considera esto con atención, encontrará dos penas: una en el ser cortado y otra en el ser quemado. El que es quemado es también separado del reino, y por ello su pena es doble. Algunos sólo temen el infierno, pero yo digo que la pérdida  (Catena aurea ES 3715)

de aquella gloria es mucho más dolorosa que la pena del infierno. ¿Qué mal (grande o pequeño) no experimentaría un padre por ver y tener consigo a su hijo amado? Consideremos esto respecto de aquella gloria. No hay hijo alguno tan grato para su padre como la adquisición de aquellos bienes, y el renunciarse para poder estar con Cristo. La pena del infierno es insufrible, es verdad, pero aun considerando diez mil infiernos, nada se podrá decir respecto a la pena que produce la pérdida del cielo y el ser aborrecido por Cristo.

Glosa. De la comparación mencionada deduce lo que ya antes había manifestado, diciendo: "Por los frutos de ellos los conoceréis". (Catena aurea ES 3715)


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Yo también ato la influencia de cualquier alma perdida o caída que pueda estar presente y todos los emisarios de los cuarteles satánicos o cualquier asamblea de brujos o hechiceros o adoradores de satanás que puedan estar presente en algún modo preternatural. ­ Yo clamo a la sangre de Jesús en el aire, atmósfera, agua, fuego, viento, la tierra y todos sus frutos, y debajo de la tierra. En el nombre de Jesucristo yo le prohíbo a todos los adversarios mencionados que se comunique o ayuden unos a otros de cualquier modo, o que se comuniquen conmigo, o que hagan cualquier cosa excepto que yo les mando en el nombre de Jesús. En el nombre de Jesucristo yo sello este lugar y a todos los presentes y a todos los familiares, amigos y conocidos de los presentes, y también sus lugares, posesiones y fuentes de aprovisionamiento en la sangre de Jesús. (Repetir tres veces) En el nombre de Jesucristo yo le prohíbo a cualquier espíritu perdido, asamblea de brujos, grupos, satánicos, o emisarios o cualquiera de sus colaboradores que me hagan daño o que tomen venganza sobre mí; mi familia y mis conocidos o causen daños a cualquier cosa que nosotros tenemos. En el nombre de Jesucristo y por los méritos de su preciosísima sangre, yo rompo y disuelvo cualquier maleficio, hechizo, encantamiento, ardid, brujería, atadura, trampa, engaño, mentira, tropiezo, obstáculo, decepción, desvío, o distracción, cadena espiritual o influencia espiritual, también toda enfermedad del cuerpo del alma, mente o espíritu puesta sobre nosotros o sobre este lugar,. o sobre cualquiera de las personas, lugares o cosas mencionadas por cualquier agente o atraída sobre nosotros por nuestros propios errores o pecados. (repetir tres veces) Yo ahora coloco la cruz de Jesucristo entre mi y todas las generaciones en mi árbol genealógico. Yo declaro en el nombre de Jesucristo que no va a haber comunicación directa entre las generaciones. Toda comunicación será filtrada por medio de. la preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. María inmaculada cúbreme en la luz, poder y fuerza de tu fe. Padre, por favor envía los ángeles y santos para que me asistan. Gracias, Señor Jesús, por ser mi sabiduría, mi justicia, mi santificación, mi redención. Yo me rindo al ministerio de tu Espíritu Santo, y recibo tu verdad en cuanto a la sanación intergeneracional. . Gloria, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, por los siglos de los siglos, Amen. ORACIÓN DE LIBERACIÓN (Monseñor Morales) Señor nuestro Jesucristo te adoro, te alabo, te bendigo, gracias por tu infinito amor por el que te has hecho uno de nosotros naciendo de la Virgen María y por el que subiste a la Cruz para dar tu vida por nosotros. Gracias por tu sangre preciosísima con que nos has redimido. Con tu sangre preciosísima brotada de tus sacratísimas sienes traspasadas por espinas: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Con tu sangre preciosísima brotada de tu hombro y espalda llagados por la Cruz a cuestas: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Con tu sangre preciosísima brotada de tu costado abierto por la lanza: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Con tu sangre preciosísima brotada de tus pies y de tus manos traspasados por los clavos: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Con tu sangre preciosísima brotada de todo tu cuerpo llagado por los azotes: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Tres veces Gloria Amén, Amén, Amén. PLEGARIA DE LIBERACIÓN Oh, Señor, tú eres grande, tú eres Dios, tú eres Padre, nosotros te rogamos, por la intercesión y con la ayuda de los arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, que nuestros hermanos y hermanas sean liberados del maligno que los ha esclavizado. Oh, santos, venid todos en nuestra ayuda. De la angustia, la tristeza y las obsesiones, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. Del odio, la fornicación y la envidia, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. De los pensamientos de celos, de rabia y de muerte, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. De todo pensamiento de suicidio y de aborto, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. De toda forma de desorden en la sexualidad , nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. De la división de la familia, de toda amistad mala: Líbranos, oh Señor. De toda forma de maleficio, de hechizo, de brujería y de cualquier mal oculto, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. Oh, Señor, que dijiste “la paz os dejo, mi paz os doy”, por la intercesión de la Virgen María concédenos ser librados de toda maldición y gozar siempre de tu paz. Por Cristo Nuestro Señor. ¡Amén!