"En aquel tiempo había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo,
que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo:
"Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar,
porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él".
Jesús le respondió:
"Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios.
"Nicodemo le preguntó:
"¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo?
¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?".
Jesús le respondió:
"Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu
no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho:
'Ustedes tienen que renacer de lo alto'. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz,
pero no sabes de dónde viene ni adónde va.
Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu".
Comentario del Evangelio por: Homilía atribuida a san Hipólito de Roma
(? –hacia 235), presbítero y mártir. Homilía para la fiesta de la Epifanía, sobre la «santa Teofanía»; PG 10, 854-862.
"Renacer por el agua y el Espíritu Santo".
"Os ruego que me pongáis una atención constante. Quiero remontarme al
manantial de la vida y hacer brotar de ella la fuente de los remedios. El Padre
Inmortal ha enviado al mundo a su Hijo inmortal y su Verbo. Éste vino hacia el
hombre para lavarlo con el agua y el Espíritu. Lo engendró de nuevo por la
incorruptibilidad del alma y del cuerpo. Nos infundió el Espíritu de vida y nos cubrió
completamente con una armadura imperecedera. Si el hombre, pues, ha sido
mortal, será también divinizado.
Si después del renacimiento por el baño es divinizado a través del agua y del Espíritu Santo, se encontrará, después de la resurrección de los muertos, que es heredero del cielo.
Venid, todas las naciones a la inmortalidad del bautismo... Esta agua es la que
nos hace participar del Espíritu, riega el paraíso, da de beber a la tierra, hace crecer
las plantas, da a luz a los vivos y, por decirlo de una vez, engendra al hombre a la
vida haciéndolo renacer. Cristo fue bautizado en ella, sobre ella el Espíritu
descendió en forma de paloma...
El que con fe baja al baño de la regeneración rechaza el vestido de la esclavitud
y se reviste de la adopción. Sube del bautismo brillante como el sol,
resplandeciendo justicia. Aún mucho más: sale hijo de Dios y coheredero con Cristo
a quien sean dadas la gloria y el poder, como también al santísimo Espíritu, bueno
y vivificante, ahora y siempre por todos los siglos. Amén.
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