"Él también vio y creyó".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó".
comentario del Evangelio por Juan Scot Èrigéne (¿- c.870),
monje benedictino, irlandés Homilía sobre el prólogo de San Juan.
“Lo que existía desde el principio..., lo que hemos visto con nuestros ojos...,os lo anunciamos.” (1Jn 1,1-3)
"Pedro y Juan corren los dos al sepulcro. El sepulcro de Cristo es la Sagrada Escritura en la que los misterios más oscuros de su divinidad y de su humanidad están guardados, -me atrevo a decir-, por una muralla de rocas. Pero Juan corre más deprisa que Pedro porque el poder de la contemplación purificada penetra los secretos de las obras divinas con una mirada más penetrante y más viva que el poder de la acción que aún tiene necesidad de ser purificada.
Pedro entra, no obstante, el primer en el sepulcro. Juan le sigue. Los dos corren, y los dos entran. Aquí, Pedro es la imagen de la fe, y Juan representa la inteligencia... La fe tiene que entrar la primera en el sepulcro, imagen de la Escritura. La inteligencia entra siguiendo a la fe...
Pedro que representa también la práctica de las virtudes, ve por la fe y por la acción al Hijo de Dios contenido de una manera inefable y maravillosa en los límites de la carne. Juan, a su vez, que representa la más alta contemplación de la verdad, admira al Verbo de Dios, perfecto en si mismo e infinito en su origen, es decir, en su Padre. Pedro, conducido por la revelación divina mira al mismo tiempo las cosas eternas y las cosas de este mundo, unidas en Cristo. Juan contempla y anuncia la eternidad del Verbo para darlo a conocer a los creyentes.
Digo pues que Juan es un águila espiritual de altos vuelos y que ve a Dios. Lo llamo el “teólogo”. Domina toda la creación visible e invisible, sobrevuela todas las facultades del intelecto y entra en Dios que le hace participar de su propia vida divina".
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