Evangelio según San Lucas 1,57-66.
"¿Qué llegará a ser este niño?".
"Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre,
dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes
de la gran misericordia con que Dios la había tratado,
se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño,
y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo:
"No, debe llamarse Juan".
Ellos le decían:
"No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre
qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió:
"Su nombre es Juan".
Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento,
Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión
entre la gente de los alrededores,
y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron
guardaban este recuerdo en su corazón y se decían:
"¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él".
Comentario del Evangelio por San Máximo de Turín (?-v. 420),
obispo Sermón 57, sobre el nacimiento de Juan Bautista, 1 ; PL 57, 647
«Tu mujer te dará un hijo...muchos se alegrarán de su nacimiento (Lc 1,13-14)»
"Por anticipado, Dios había destinado a Juan Bautista, que viene para proclamar la alegría de los hombres y la alegría de los cielos. De su boca, la gente entendió las palabras admirables que anunciaban la presencia de nuestro Redentor, el Cordero de Dios (Jn 1,29). Miéntras que sus padres, habían perdido toda esperanza de obtener una descendencia, el ángel, el mensajero de un gran misterio, lo envió para servir de precursor al Señor, incluso antes de nacer (Lc 1,41)...
Llenó de alegría eterna el seno de su madre, cuando lo llevaba en su interior... En efecto, en el Evangelio, leemos estas palabras que Isabel le dice a María: "Cuando oí tu saludo, el niño se estremeció de alegría en mi vientre. ¿De dónde a mí, que la madre de mi Señor me visite? «(Lc 1,43-44)...
Mientras que, en su vejez, se afligía por no haber dado un niño a su marido, de repente, dio a luz a un hijo, que era también el mensajero de la salvación eterna para el mundo entero. Y un mensajero tal, que antes de su nacimiento, ejerció el privilegio de su futuro ministerio, cuando difundió su espíritu profético por las palabras de su madre.
Luego, por la fuerza del nombre, que el ángel le había dado por anticipado, abrió la boca de su padre cerrada por la incredulidad (Lc 1,13.20).
Cuando Zacarías se quedó mudo, no fue para siempre, sino para recobrar divinamente el uso de la palabra y confirmar por un signo venido del cielo, que su hijo era un profeta. El Evangelio dice sobre Juan:
"Este hombre no era la Luz, pero estaba allí para dar testimonio y que todos crean por él " (Jn 1,7-8). Ciertamente, no era la Luz, pero permanecía por entero en la luz, el que mereció dar testimonio de la Luz verdadera".
"Religando nuestra humanidad hacia lo trascendente, desde la Pedagogía Católica"
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