En aquel tiempo Jesús dijo a sus apóstoles:
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente."
No lleven encima oro ni plata, ni monedas,
ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.
Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.
Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.
Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies.
Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
Comentario del Evangelio por San Cipriano (c. 200-258), obispo de Cartago y mártir
De la unidad de la Iglesia católica, § 24
«Que vuestra paz venga sobre ella»
El Espíritu Santo no ha dado esta advertencia: «¿Quién es el hombre que ama la vida y desea gozar de días felices? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de palabras mentirosas. Busca la paz y persíguela» (Sl 34 [33],13-15) El hijo de paz debe buscar y perseguir la paz, el que conoce y ama el vínculo de la caridad debe guardar su lengua del pecado de discordia. Entre sus prescripciones divinas y sus mandamientos de salvación, el Señor, la noche de su Pasión, añadió esto: «Esta es mi paz que os doy, esta es mi paz que os dejo» (Jn 14, 27) Semejante es la herencia que nos ha legado: todos los dones, todas las recompensas, nos ha abierto la perspectiva, la de conservar la paz que él ha ligado a la promesa. Si somos herederos de Cristo, permanezcamos en la paz de Cristo. Si somos hijos de Dios, debemos ser pacíficos: «Dichosos los artesanos de la paz, ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5, 9) El ha hecho que los hijos de Dios sean pacíficos, dulces de corazón, sencillos de palabras, en perfecto acuerdo en el amor, unidos fielmente por los lazos del pensamiento unánime.
Esta unanimidad era desde antaño bajo los Apóstoles. (Ac 4,32) Es así que la novedad en el pueblo creyente, fiel a las prescripciones del Señor, mantiene la caridad. De la eficacia de sus oraciones: ellos podrán ser seguros los que obtendrían esto que la misericordia de Dios les pedía.
"Religando nuestra humanidad hacia lo trascendente, desde la Pedagogía Católica"
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