Fray Camilo Henríquez |
Camilo Henríquez estudió en Perú, en el colegio de los frailes de la Buena Muerte, donde fue ordenado sacerdote. Sus lecturas teológicas estuvieron también acompañadas por los libros de Voltaire, Montesquieu y Rousseau, lo que le puso en el punto de mira del Santo Oficio, que le abrió un proceso del que sin embargo quedó libre. Estando en Quito fue testigo de la insurrección de Ecuador y se solidarizó de inmediato con lo que consideraba una lucha justa contra la tiranía.
Cuando tuvo noticias de que estaba sucediendo lo mismo en Chile, regresó apresuradamente a su país para unirse a los patriotas. A partir de 1811 fue uno de los prohombres clave en la Independencia de Chile y participó en la mayor parte de los sucesos políticos y militares de la época. Ese mismo año, en un sermón pronunciado en la catedral de Santiago, reclamó la independencia de la patria chilena.
Desde su regreso a Chile, Henríquez se dedicó al periodismo y aprovechó el desarrollo de la imprenta que trajo consigo la Independencia. A través de sus artículos lanzaba encendidas soflamas que parecían querer recrear los ardientes escritos de Marat. En 1812, a instancias de José Miguel Carrera, editó su propio periódico, titulado La Aurora de Chile, del que aparecieron casi cincuenta números, todos ellos con artículos de Henríquez. En 1812 escribió El catecismo de los patriotas, donde realiza una vigorosa defensa de la libertad y la razón frente al despotismo, la superstición y la ignorancia. En 1813 se suspendió la publicación de La Aurora de Chile por ser considerada excesivamente liberal y desestabilizadora; en su lugar se publicó El Monitor Araucano, periódico también dirigido por él, de corte más administrativo.
Senador en el período de 1812 a 1814, presidió el senado en 1813, fomentando la abolición de la pena de muerte y la protección y civilización de los indígenas. Colaboró en la redacción del reglamento constitucional de 1812, en el que se establecía la soberanía del pueblo y se prohibía expresamente acatar órdenes emanadas por autoridades que residieran fuera del país. Tras el desastre de Rancagua huyó a Mendoza y siguió hasta Buenos Aires. Allí dio a conocer en 1815 un ensayo, Acerca de las causas de los sucesos desastrosos de Chile, en el que abandonaba el radicalismo democrático en favor de un poder sólido y resolutivo.
A invitación de Bernardo O'Higgins, regresó en 1822 a su país, donde continuó su labor periodística como fundador de El Mercurio de Chile, colaborador de El Curioso y redactor del Diario de la Convención de Chile. A su vez, se preocupó también de la educación, impulsando el sistema lancasteriano de enseñanza. Retomó su actividad política en calidad de diputado por Valdivia en el Congreso de 1823 y de representante de Copiapó en el período 1824-1825. En el Parlamento presentó diversos proyectos de importancia. En 1823, tras la renuncia de Manuel de Salas, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional. Recibió autorización eclesiástica para secularizar y se le nombró capellán militar.
Camilo Henríquez compuso dos piezas teatrales, Camila o La patriota de Sudaméricay La inocencia en el asilo de las virtudes; sin embargo, como autor literario no tuvo particular mérito. Máximo reconocimiento merece en cambio su incansable labor periodística como articulista y fundador de diversas revistas y periódicos, entre los que destaca uno destinado a ejercer una gran influencia en el futuro: El Mercurio de Chile.
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