"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".
Comentario del Evangelio por San Gregorio Nacianceno (330-390),
obispo y doctor de la Iglesia Sermón 14 sobre el amor a los pobres.
“...lo hicieron conmigo.”
¿Te imaginas que la caridad no es obligatoria sino libre, que no fuera una ley sino simplemente un consejo? También lo quisiera yo y lo pensaría con gusto. Pero la mano izquierda de Dios me espanta, allí donde ha colocado los cabritos para dirigirles sus reproches, no porque hayan robado, extorsionado, cometido adulterio o perpetrado otros delitos de este orden, sino porque no han honrado a Cristo en la persona de sus pobres.
Si me queréis creer, vosotros, siervos de Cristo, hermanos suyos y coherederos con él, mientras no sea tarde, ¡visitemos a Cristo, sirvamos a Cristo, alimentemos a Cristo, honremos a Cristo, no tanto ofreciéndole una comida como hacen algunos, o el perfume como María Magdalena, o una sepultura como José de Arimatea, o Nicodemo, u oro, incienso y mirra, como los Magos.
“Misericordia quiero y no sacrificios.” (Mt 9,13) Esto es lo que quiere el Señor del universo, la compasión antes que miles de corderos cebados. Presentémosle la misericordia por manos de los abatidos por la miseria, y el día de nuestra muerte nos “recibirán en las moradas eternas” (Lc 16,9), en Cristo mismo, Nuestro Señor, a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos.
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