En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos:
"Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra?
¿O si le pide un pez, le da una serpiente?
Si
ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más
el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas".
Comentario del Evangelio atribuido a San Macario de Egipto (?-390), monje
Homilías espirituales nº 30, 3-4
“Pedid, buscad, llamad”.
"Esfuérzate por complacer a Dios, espérale interiormente sin
cansarte, búscale a la medida de tus pensamientos, violenta tu voluntad y
sus decisiones, fuérzalas para que tiendan continuamente hacia él. Y
verás como él viene cerca de ti y establece en ti su morada (Jn
14,23)... Y él está allí, observando tus razonamientos, tus
pensamientos, tus reflexiones, examinando cómo le buscas: si es con toda
tu alma, o bien floja y negligentemente. Y cuando verá que lo buscas
con ardor enseguida se te manifestará, se te aparecerá, te concederá su
auxilio, te concederá la victoria y te librará de tus enemigos.
En efecto, cuando habrá visto cómo le buscas, cómo pones en él
continuamente tu esperanza, entonces verás como te instruye, te enseña
la verdadera oración y te da la caridad verdadera que es él mismo.
Entonces él lo será todo para ti: paraíso, árbol de la vida, perla
preciosa, corona, arquitecto, agricultor, un ser sometido al sufrimiento
pero que no queda afectado por él, hombre, Dios, vino, agua viva,
oveja, esposo, combatiente, armadura, Cristo “todo en todos” (1C 15,28).
Igual que un niño no puede ni alimentarse ni cuidarse solo, sino que
no puede hacer otra cosa que mirar, llorando, a su madre hasta que ésta
movida por la compasión se cuida de él, así mismo las almas creyentes
lo esperan todo de Cristo y le atribuyen todo lo que es justo. Igual que
el sarmiento se seca si se separa de la vid (Jn 15,6), así le pasa a
quien quiere ser justo sin Cristo. De la misma manera que “es un ladrón y
bandido el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas sino
que salta por otra parte” (Jn 10,1), así es el que quiere llegar a ser
justo sin aquél que justifica".
"Religando nuestra humanidad hacia lo trascendente, desde la Pedagogía Católica"
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