"Dejen a los niños, que vengan a mí".
"Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron,
pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos".
Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí".
Comentario del Evangelio por: Beata Teresa de Calcuta (1910-1997),
"Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron,
pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos".
Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí".
Comentario del Evangelio por: Beata Teresa de Calcuta (1910-1997),
fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad.
"No hay mayor amor” p.63
“Dejad a los niños, no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como ellos es el reino de los cielos.”
He aquí lo que dice el amor lleno de confianza:
-Entregarse de forma absoluta, incondicional e inalterable en las manos de Dios, Nuestro Padre, incluso cuando las cosas parecen condenadas al fracaso.
- No considerar a nada ni a nadie, fuera de Dios, como amparo y auxilio.
- Rechazar la duda y el desánimo, "abandona todas nuestras angustias y nuestras preocupaciones en el Señor" (Sl.54,22) y continuar nuestro camino con plena libertad.
- Atrevernos a no tener miedo ante los obstáculos, sabiendo que “nada es imposible a Dios”. (cf Lc 1,37)
- Contar en todo momento con Dios, Nuestro Padre del cielo, en un movimiento espontáneo de abandono, como el del niño, convencidos de nuestra nada, y al mismo tiempo seguros, con todo el ardor del corazón, de la bondad paternal de Dios".
"No hay mayor amor” p.63
“Dejad a los niños, no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como ellos es el reino de los cielos.”
He aquí lo que dice el amor lleno de confianza:
-Entregarse de forma absoluta, incondicional e inalterable en las manos de Dios, Nuestro Padre, incluso cuando las cosas parecen condenadas al fracaso.
- No considerar a nada ni a nadie, fuera de Dios, como amparo y auxilio.
- Rechazar la duda y el desánimo, "abandona todas nuestras angustias y nuestras preocupaciones en el Señor" (Sl.54,22) y continuar nuestro camino con plena libertad.
- Atrevernos a no tener miedo ante los obstáculos, sabiendo que “nada es imposible a Dios”. (cf Lc 1,37)
- Contar en todo momento con Dios, Nuestro Padre del cielo, en un movimiento espontáneo de abandono, como el del niño, convencidos de nuestra nada, y al mismo tiempo seguros, con todo el ardor del corazón, de la bondad paternal de Dios".

No hay comentarios.:
Publicar un comentario