"Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu
hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".
Comentario del Evangelio por: Tertuliano (hacia 155-hacia 220),
teólogo La Penitencia, 10
«Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos»
"¿Por qué crees que son diferentes de ti los que viven como hermanos, son
servidores de un mismo señor, y todo lo tienen en común, la esperanza, el temor, el gozo, la pena, el sufrimiento (puesto que tienen una sola alma venida del mismo Señor y del mismo Padre)? ¿Por qué dudas de los que han tenido las mismas caídas que tú, como si tuvieran que alegrarse de tus caídas? El cuerpo no puede alegrase del mal que sufre uno de sus miembros; es preciso que todo él se duela y trabaje para curarse.
Allí donde dos fieles están unidos, allí está la Iglesia, pero la Iglesia es Cristo.
Así pues, cuando tú abrazas las rodillas de tus hermanos, tocas a Cristo, y es a Cristo a quien suplicas. Y cuando los hermanos, por su parte, derraman lágrimas por ti, es Cristo quien sufre, es Cristo quien pide al Padre. Lo que el Hijo pide pronto está concedido".
ellos»
"¿Por qué crees que son diferentes de ti los que viven como hermanos, son
servidores de un mismo señor, y todo lo tienen en común, la esperanza, el temor, el gozo, la pena, el sufrimiento (puesto que tienen una sola alma venida del mismo Señor y del mismo Padre)? ¿Por qué dudas de los que han tenido las mismas caídas que tú, como si tuvieran que alegrarse de tus caídas? El cuerpo no puede alegrase del mal que sufre uno de sus miembros; es preciso que todo él se duela y trabaje para curarse.
Allí donde dos fieles están unidos, allí está la Iglesia, pero la Iglesia es Cristo.
Así pues, cuando tú abrazas las rodillas de tus hermanos, tocas a Cristo, y es a Cristo a quien suplicas. Y cuando los hermanos, por su parte, derraman lágrimas por ti, es Cristo quien sufre, es Cristo quien pide al Padre. Lo que el Hijo pide pronto está concedido".
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