sábado, 26 de julio de 2014

Jesús contó parábolas, la Iglesia enseña alegorías


Por Xabier Picaza Ibarrondo.
El pasado 24.7.14, con ocasión del Dom. 17 (tiempo ord.), elaboré una postal titulada “Un tesoro, una perla... Nos dan miedo las parábolas”, y varios lectores han contrastado mi argumento. Por eso he querido retomar ese motivo, pues no se trata de un tema de exégesis pura, sino de política eclesial, como indicaba ya mi comentario evangelio del domingo (Mt 13, 44-52). Desde aquí se entiende la reflexión que sigue.

1. Jesús contó parábolas, para evocar el Reino de Dios e impulsar su llegada. Las presentó ante todos (empezando por los más pobres), para así cambiarles, iniciando con ellos un modo distinto de ver, entender y actuar, en igualdad y libertad, en plena calle, sin más instancia “superior” que Dios el evangelio de los pobres.

2. La iglesia siguió contando las parábolas de Jesús, pero las interpretó en general como “alegorías”, utilizando para ello un pensamiento abstracto, pasando del símbolo, que se abre por dentro y nos abre al Reino de Dios, a un tipo pensamiento discursivo en forma de “sistema racional” y que se impone con autoridad externa.

3. Entre parábola y alegoría hay bordes porosos, difíciles de precisar en muchos casos, pero en sí mismas se distinguen con nitidez. Así el primer Isaías habló en parábolas, mientras Ezequiel utiliza alegorías. Alegorías eran las enseñanzas principales del judaísmo de su tiempo, pero Jesús retomó el lenguaje de las parábolas. Pues bien,la iglesia posterior, para organizarse como sociedad estable con doctrina propia, tuvo que construir alegorías, trasformando así las parábolas de Jesús en enseñanza doctrinal, y, en último término, en teología magisterial y moralista.

En ese paso que va de las parábolas de Jesús a las alegorías de la Iglesia se sitúa de un modo especial el evangelio de Mateo, como saben bien los estudiosos de la Biblia, a partir de los trabajos pioneros de A. Jülicher, J. Jeremias y C. H. Dodd. Ciertamente, la alegorización fue en su momento necesaria, pero quedarse en ella significa destruir el evangelio, convirtiendo el mensaje de Jesús (que es parábola abierta) en una enseñanza impuesta, es decir, en doctrina, perdiendo así la novedad (el don y la tarea) del reino de Dios.

Volver a la historia de Jesús significa volver a las parábolas, con su lenguaje de libertad creadora. Por eso, en general, un tipo de iglesia tiene miedo a las parábolas (como tiene un gran miedo, un pavor, al Jesús histórico). En esa línea se sitúan las reflexiones que siguen, tomadas de mis libros sobre el tema (Diccionario de la Biblia e Historia de Jesús).

Éste es mi deseo, amigos: No os dejéis arrebatar las parábolas, no paséis de la poesía creadora de Jesús a la doctrina impuesta… Por eso, tras casi cuarenta años de cultivar alegorías, os invito a volver a las parábolas. Buen domingo a todos.

JESÚS CONTÓ PARÁBOLAS
Ha sido quizá el mayor creador de parábolas, al menos en la historia de occidente. Él no ha tenido la sabiduría oficial de los letrados, ni ha sido filósofo de corte o escuela. Pero ha contado parábolas, en medio de la plaza, y ha logrado iluminar con ellas la vida de los hombres y mujeres de su pueblo. Más aún, él mismo ha venido a presentarse como una parábola vida, expresión de la palabra de Dios que irrumpe en la historia de los hombres. De esa forma, cuando ha querido expresar su tarea y función ha contado parábolas.

Con ellas se ha «dicho» a sí mismo, con ellas ha ido trazando y mostrando su camino, en una historia fuerte de gestos y palabras mutuamente entrelazadas. Nadie, ni en la Biblia ni en la historia de occidente, ha logrado decir y vivir algo semejante. Estos son algunos de los temas de sus parábolas, que abarcan los diversos elementos de la vida de su tiempo.

(a) Parábolas de tierras, trabajos y campos. Tratan del lago donde lanzan su red los pescadores (Lc 5) y del campo donde siembran los labriegos (Mc 4; Mt 13), de la semilla que crece por sí misma y del grano de mostaza (Mc 4) o del trigo y la cizaña mezcladas en el campo (Mt 13) y de la higuera estéril (Mc 11).

(b) Parábolas de trabajos. Hay una mujer que amasa el pan con levadura (Mt 13) o que busca la moneda que ha perdido (Lc 15); hay también un comerciante experto en perlas finas (Mt 13), un agricultor rico que va contratando jornaleros a lo largo del día (Mt 20) y un viñador que arrienda renteros (Mc 12).

(c) Los personajes de las parábolas no son en modo alguno ejemplares: así encontramos administradores injustos (Mt 18; Lc 16), reyes crueles (Mt 22) o esposos desconsiderados (Mt 25), lo mismo que levitas y sacerdotes que desatienden al herido del camino (Lc 4).

(d) Experiencias desconcertantes. En el fondo de casi todas las parábolas hay un rasgo que desconcierta, una paradoja que rompe los esquemas usuales de la vida: el comerciante en pelas finas lo vende todo (¿de qué vive?), el padre recibe en su casa y vuelve a dar sus bienes al hijo que los ha malgastado (Lc 15), el amo de la viña envía desarmado al hijo querido poniéndole en manos de los duros viñadores (Mc 12), el sembrador malgasta su semilla en el camino y entre zarzas (Mt 4).

Las parábolas parecen hablar de un más allá, como en el caso del rico epulón (Lc 16) y del juicio del Hijo del Hombre (Mt 25), pero en realidad están hablando del más acá: de la forma de ayudar al pobre Lázaro que sufre a la puerta de la casa o al hambriento que está al lado. A través de las parábolas ha ido trazando Jesús el sentido de su vida, haciendo que los hombres puedan entenderle y entenderse, superando el nivel de las seguridades oficiales de la ley y el templo.

1. Jesús, parábola personal.
Las parábolas expresan una experiencia más vida que no se puede fijar en un esquema doctrinal, ni en una imposición moral; ellas abren un camino de experiencia, invitando a cada uno a sentir y a decidir desde el fondo de sí mismo, en amor a los más pobres.

Jesús trazó su camino en parábolas. Algunos le tomaron como ingenuo, poeta fracasado: contaba cuentos que carecen de entidad o peso, historias que se pierden, pues las lleva el viento. Pero sus palabras rompían el orden oficial del templo, la seguridad de los sacerdotes, la razón de los escribas, poniendo a todos los hombres y mujeres del pueblo ante la exigencia y gozo de Dios. Así podemos entenderle como poeta mesiánico, portador de las palabras más hondas de la urgencia y presencia de Dios, que él presentaba en forma de parábolas, que no quieren expresar lo eterno en un plano de ideas (como intentaban los griegos), sino que sitúan a los hombres ante la revelación del tiempo de Dios. Parecen haberle preguntado ¿quién eres, qué haces? Jesús responde presentando su parábola central, aquella en la que todo viene a interpretarse en verdad como palabra:



«Salió el sembrador a sembrar. Y sucedió que al sembrar cayó semilla en el camino, y vinieron los pájaros y la comieron. Otra parte de semilla cayó sobre un terreno pedregoso que no tenía tierra suficiente; y brotó pronto, porque la tierra era poco profunda; y cuando salió el sol quemó las plantas, que por no tener buenas raíces se secaron. Otra parte cayó entre espinas; y crecieron las espinas y ahogaron la semilla y no dio fruto. Otra parte cayó en tierra buena y dio fruto…El sembrador siembra la palabra» (Mc 4, 3-4.14).

Esta parábola es muy precisa, ni una palabra de más, ni una de menos; ningún adorno o comentario moralizante… Austeramente describe Jesús lo que sucede a la semilla, empleando las experiencias normales de la agricultura de su tiempo, un ejemplo concreto del trabajo de los campos, de manera que todos los oyentes pueden entenderlo. Todo es normal, prosa concreta, sin atisbo de poesía erudita (que sería propia de una corte de reyes, de palacio de nobles, de una escuela de sabios).

Todo es normal y todos se descubren inmersos en ella, como si estuvieran construyendo juntos la parábola, buscando su sentido. Pues bien, si la escuchamos de esa forma descubrimos descubriremos que ella es paradójica, de forma que desafía todas las convenciones sociales, poniendo en movimiento nuestra vida, pues ella habla de nosotros, de lo que somos y hacemos. Así aparece como extraña, siendo transparente, como una llamada a nuestra propia creatividad.

2. Sembrador generoso. Abundancia de la palabra.
La parábola es extraña, paradójica. Un buen sembrador suele sembrar sólo en buena tierra y no «desperdicia» grano ninguno entre las piedras y las zarzas. Éste, en cambio, parece empeñarse en sembrar sobre suelos que ni están preparados, ni pueden prepararse, pues no son apropiados para la semilla (camino, pedregal, zarzal). Es evidente que, en clave de lógica económica, está derrochando semilla. Pues bien, si miramos la escena desde otra perspectiva, descubrimos la lógica más alta de este sembrador de Reino en toda tierra.

No podemos definir de antemano lo que es buena y mala tierra, ni poner coto a la palabra, pues es ella la que viene a mostrarse creadora, trasformando el suelo de los hombres con su fuerza. La parábola evoca la fuerza y belleza, pero, sobre todo, la abundancia creadora de Dios, que dice su palabra por medio Jesús y lo hace de un modo desbordante, expandiendo la buena semilla en todas las tierras del mundo. El científico, hombre de sistema, que busca eficacia y calcula, piensa de antemano y escoge la tierra más fértil y buena; sabe donde están las espinas y piedras; por eso no malgasta la semilla.

Pero Jesús, sembrador de parábolas del Reino, sabe que hay una lógica más alta, la del poeta creador, que introduce su semilla de palabra en toda tierra. Esta es la lógica de la gratuidad y la abundancia, que se expresa en el gesto generoso del buen sembrador de palabra de Reino. La parábola es verdad dialogada, de manera que los mismos oyentes han de entrar en ella y entenderla (interpretarla) con su vida. En eso se distingue de una estatua, que está hecha, realidad objetiva, y de un discurso o libro de teoría, que dice por sí mismo lo que dice, de manera que el lector ha de acogerlo de un modo pasivo.

En contra de eso, las parábolas no han sido terminadas por Jesús, ni pueden entenderse en actitud pasiva, sino que abren un espacio para que el oyente se introduzca de manera creadora en ellas. Jesús no ha contado las parábolas para divertir con ellos a los curiosos o desocupados de turno, como un bufón de corte a quien se le permite decir algo que a otros les está vedado. Él no teje sus poemas para distraer a los demás, sino para interpelarles y hacerles a ellos mismos creadores.

3. La función de las parábolas.
Jesús quiere que los mismos oyentes se conviertan en creadores de las parábolas de Jesús, que así aparecen como palabras que sorprenden, revelan, incitan.

(a) Las parábolas sorprenden. Donde todo parecía normal introducen ellas un signo más alto de interrogación. ¿Se puede arrojar la semilla entre las zarzas? ¿Debe el padre recibir al hijo pródigo y volverle a dar la herencia después que la ha gastado, a detrimento del buen hijo que ha quedado en casa? ¿Es justo el patrono que paga al jornalero de la hora undécima lo mismo que al primero? ¿Puede el comerciante astuto quedarse sin dinero por comprar la perla hermosa, sin pensar en si tendrá después comida?

(b) Las parábolas revelan, nos abren a la lógica de Dios que es gratuidad, don abundante de la vida, por encima del talión del mundo. Frente a la ciencia que demuestra las cosas por buen razonamiento, ellas superan y rompen el nivel del razonamiento normal, de las leyes ordinarias, diciendo su palabra en un nivel de gratuidad originaria, creadora. Por eso, ellas no dicen algo que ya había, sino que hacen que exista, haciendo a los hombres capaces de crearlo.

c) Las parábolas incitan, es decir, invitan a comprometerse, de forma que sólo se comprenden allí donde nosotros mismos nos volvemos por ellas creadores, como ha destacado de forma muy fuerte Mc 4, 10-12 par. Generaciones de doctores han pasado ante estas y otras parábolas sin hallar una respuesta, pues quieren saber sin comprometerse, de manera que acaban mirando y no ven. Por el contrario, aquellos que deciden entrar en su dinámica saben que ellas son verdaderas. No se puede entender la poesía de las parábolas desde una actitud de espectador indiferente y curioso.

Por eso, todas las hermenéuticas teóricas (propias de intérpretes que quieren ser neutrales) resultan incapaces de penetrar en su sentido, pues Jesús, como poeta excelso, sólo cuenta su secreto al que se deja interpelar y enriquecer por su palabra, dialogando con él. Jesús nos sitúa ante el poder de confianza fundante y de la gracia: no demuestra nada en nivel racionalista, pero abre (revela) un campo de realidad y una tarea para aquellos que quieren ver y participar en ella, viviendo como Dios, es decir, siendo portadores de Dios en el mismo despliegue de la vida.

(d) Las parábolas suscitan y esperan una palabra humana. Ellas necesitan la respuesta del lector, como ha destacado la reader response theory (teoría de la respuesta del lector), según la cual sólo comprende de verdad una poesía aquel que la escucha y responde de manera personal. Por eso, más que literatura ya hecha, las parábolas palabra directa de conversación y de vida que se siembra y comparte, en un camino de evangelio.

PERO LA IGLESIA CONVIRTIÓ LA PARÁBOLAS EN ALEGORÍAS
La autoridad del evangelio es la Palabra, que se acoge en buena tierra y fructifica, como origen de comunicación, fuente de vida compartida. Jesús mismo aparece así como portador de la Palabra: iniciador de un diálogo universal donde el contenido de la conversación se identifica con el hecho de conversar, es decir, con el Diálogo de Amor o Palabra compartida en libertad y gracia. Así distinguimos las palabras. En ese contexto, de un modo inicial, podemos distinguir varios tipos de palabra.

(a) Hay una palabra mítica. Casi todos los pueblos han querido regir su convivencia desde un mito que impone su verdad original como destino: la fuente suprema de la vida reside en el poder más alto de los dioses. Por eso, los humanos deben acoger el mito como palabra ya contada y repetida, que se impone sobre todos los vivientes, impidiendo que ellos puedan desplegarse como libres.

(b) Hay una palabra filosófica. Platón supone que sólo los sabios contemplan la palabra superior que les permite gobernar la República, elevándose así de los otros estamentos de la sociedad: custodios o guerreros y trabajadores, ocupados en las cosas materiales. Esa palabra divide, por tanto, a los humanos de un modo elitista: no permite que dialoguen, sino que impone su verdad antecedente, desde arriba.

(c) Hay una palabra legal. El judaísmo identifica la Palabra de Dios con una Ley codificada en forma social y sacral, que es gracia (don de Dios) y exigencia (los humanos deben cumplirla). Ella sitúa a cada uno en su lugar, dividiendo la sociedad de un modo sacral y social (sacerdotes y reyes, profetas y simples israelitas...) que ha de ser interpretada por escribas o sabios que dedican su tiempo a conocerla.

(d) Está finalmente la alegoría, que es el lenguaje figurado, en forma de razonamiento que interpreta y “reduce” la parábola, dentro de los cauces de un pensamiento que puede utilizarse al servicio de un sistema social o religioso.

1. Cuando la parábola se hizo alegoría
La palabra de Jesús fue siempre parábola. No fue expresión de mito eterno (religiones antiguas), ni descripción elitista de la contemplación (sabios platónicos), ni Ley escrita o Tradición sagrada (judaísmo sinagogal), sino… sino llamada de Dios que impulsa y convoca para que seamos libres. Frente a eso, la alegoría quiere “domesticar” las parábolas, poniéndolas al servicio de un sistema de pensamiento, de un orden social, de una teología.

Ciertamente, la Iglesia no creó la “alegoría”, sino que ya existía desde antiguo, como enseñanza propia de una casta “superior” de sacerdotes (mito, sacrificios), de filósofos (pensadores espiritualistas, de tipo platónico) o letrados (rabinos judíos, que codificaron la enseñanza del AT en forma de enseñanza o sistema moralista).

Como he dicho, Jesús no fundó un sistema escolar o legal para ratificar el poder superior de unos especialistas (sacerdotes, filósofos, rabinos…) sobre el conjunto de los fieles, sino que habló en parábolas a todos, pues todos son capaces de entender y de actuar. No necesitó mediadores (escribas o filósofos), pues todos los que le escuchan pueden conocerle, conociendo su mensaje. En esa línea, la “autoridad” cristiana se identifica con la Palabra evocada (parábola) y dialogada (en gesto alianza dialogal, de comunión personal), sin una jerarquía superior que la administra.

2. Por qué las parábolas se hicieron alegoría
Jesús habló en parábolas, abriendo un camino de comprensión y compromiso de Reino, poniendo a cada hombre o mujer ante la verdad de su propio pensamiento y decisión de Reino. Pero pronto, muy pronto, la Iglesia tuvo que interpretar y traducir las parábolas de Jesús en forma de alegorías, de fondo teológico. En este proceso de alegorización influyen, a mi juicio, cinco factores:

1. Afán escatológico: Parte de la iglesia ha querido aplicar las parábolas de Jesús, entendiéndolas desde la doctrina anterior (apocalíptica) de un juicio final. De esa forma se angosta y estrecha su sentido, en una línea oficial, de manera que nos oyentes pierden la libertad para acogerlas e interpretarlas de forma creadora.

2. Moralismo. En la línea de muchos rabinos de aquel tiempo, la Iglesia ha querido interpretar el mensaje de Jesús de un modo moralista, en sentido estrecho del término. Así muchos querido traducir las parábolas de Jesús desde el moralismo estrecho de aquellos que creen distinguir con autoridad entre lo bueno y lo malo.

3. Interpretación pascual. La iglesia ha tendido a interpretar las parábolas desde su fe en la resurrección de Jesús. Esa ha sido una buena línea de interpretación, pero cerrada en sí mismo puede “angostar” en sentido de las parábolas, que tienen siempre un sentido abierto... Pero el mismo evangelio nos enseña a volver desde la Pascua a la historia de Jesús, pues de lo contrario el mensaje de pascua se vuelve gnosis, mito o pura alegoría.

4. Seguridad doctrinal, teología. Jesús no fue un teólogo, no quiso trazar una doctrina segura, sino un movimiento de Reino. Pero muchos cristianos tuvieron miedo de la libertad de Jesús y quisieron convertir sus parábolas en doctrina, en una línea en la que pronto influye un tipo de pensamiento platónico difuso.

5. Imposición eclesial, magisterio. Las parábolas eran una enseñanza abierta, un descubrimiento nuevo de la vida, un camino de libertad. Pero parte de la Iglesia tuvo miedo de esa libertad, convirtiendo las parábolas en alegoría o, mejor dicho, en un tipo de doctrina controlada por la misma Iglesia.

3. La triste historia de parte de la Iglesia posterior
A través de ese proceso, las parábolas que abrían la mente y corazón de los oyentes de Jesús, en libertad, al servicio de un Reino abierto a todos, desde los más pobres, se convirtieron en un “arma” o medio de imposición u nivelación de la Iglesia, en tres líneas básicas:

a. Las parábolas se hicieron doctrina interpretada y controlada por unos jerarcas superiores que sabrían lo que hay que saber, y por “teólogos especulativos” que abandonaron el lenguaje y la libertad de Jesús, convirtiéndose en servidores de un sistema de poder religioso. Las parábolas se hicieron teología (o, mejor dicho, alegoría teológica). A ese proceso he dedicado yo mismo varios decenios de mi vida.

b. Las parábolas se transformaron en alegoría moral… y parte de la Iglesia las utilizó para controlar la conducta de sus fieles. Ellas perdieron su libertad esencial, y se convirtieron en sistemas de conducta racional, regulada según los principios del talión (causa y efecto), dentro de un sistema controlado por un tipo de poder religioso.

c. Finalmente, las parábolas, que en principio eran símbolos e impulsos de libertad, se convirtieron en doctrina espiritualista, al servicio del poder religioso, dentro de un sistema social y sacral bien organizado. Ellas dejaron de ser centro de la vida de la iglesia… Cesó la poesía de Jesús, su luz más alta. Comenzó el dominio de un sistema que tiende a justificarlo todo a base de argumentos…

4. Situación actual, volver a las parábolas….
El tema es muy complejo, y no se resuelve con afirmaciones voluntaristas… pero es evidente que, si quiere volver a Jesús (¡al Jesús histórico!) la Iglesia tiene que volver a las parábolas.

‒ Sobran en gran parte siglos de doctrinas superpuestas, de alegorías moralizantes o dogmáticas… Es necesario volver al Evangelio, al lugar y tiempo en que Jesús contaba las parábolas.

‒ Sobra, en gran parte, una iglesia hecha de “alegorías”, es decir, de interpretaciones moralizantes y jerárquicas de las parábolas de Jesús y de Jesús mismo como parábola.

‒ Hay que “devolver” las parábolas a los creyentes… Dejar que sean ellos los que las asuman y vivan, de forma creadora

((Volveré al tema, si se tercia. Gracias a todos lo que han llegado hasta aquí)).


(Cf. CH. H. DODD, Las parábolas del Reino, Cristiandad, Madrid 2000;
B. ESTRADA-BARBIER, El Sembrador: perspectivas filológico-hermenéuticas de una parábola, Pontificia, Salamanca 1994;
W. HARNISCH, Las Parábolas de Jesús, Sígueme, Salamanca 1989;
J JEREMÍAS, Interpretación de las parábolas, Verbo Divino, Estella 1985;
E. KAHLEFELD, Parábolas y ejemplos del evangelio, Verbo Divino, Estella 1967; D. MAISONNEUVE, Parábolas rabínicas, Verbo Divino, Estella 1985;
M. PÉREZ, Parábolas rabínicas. El masal midrásico; o el masal como recurso hermenéutico para abrir la Escritura, San Fulgencio, Murcia 1988;

J. W. SIDER, Interpretar las parábolas, San Pablo, Madrid 1997).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

ADORACIÓN PERPETUA

ADORACIÓN PERPETUA
PODEROSA Capilla de Adoración Eucarística en vivo (en directo) // Eucharistic Adoration Chapel

¿POR QUÉ, Borraron El Ave Maria (Dios Te Salve) De Las Biblias?

¿POR QUÉ, Borraron El Ave Maria (Dios Te Salve) De Las Biblias?
Borraron El Ave Maria (Dios Te Salve) De Las Biblias. Padre Wilberto Reyes y Luis Román

Papa Juan Pablo I, descubrió la Trama para Nombrar Obispos Masones.

Papa Juan Pablo I, descubrió la Trama para Nombrar Obispos Masones.
El Santo Papa Juan Pablo I, descubrió la Trama para Nombrar Obispos Masones y ese fue su fin.

ENLACE: BERGOGLIO, FALSO PAPA

ENLACE: BERGOGLIO, FALSO PAPA
BERGOGLIO, FRANCISCO, MASÓN INFILTRADO, ANTI PAPA, ENEMIGO DE DIOS Y SU SANTA IGLESIA CATÓLICA ROMANA

Francisco hereje, otra religión – ¿Yo Católico, que debo hacer?

Francisco hereje, otra religión – Yo Católico, que debo hacer? Como Católicos hemos vivido en la tradición de los buenos papas que como fiel...

"ORACIÓN DE SANACIÓN Y LIBERACIÓN"

"ORACIÓN DE  SANACIÓN Y LIBERACIÓN"
"ORACIONES DE LIBERACIÓN" ORACIÓN DE LIBERACIÓN (P. Robert De Grandis) Yo me pongo en la presencia de Jesucristo y me someto a su Señorío. Yo me pongo «la armadura de Dios para resistir las maniobras del diablo. Yo me mantengo con firmeza y… tomo la verdad como cinturón la justicia como coraza… Yo tomo en mi mano el escudo de la fe para apagar las flechas incendiarias del demonio… Yo acepto la salvación de Dios para que sea mi casco y recibo la palabra de Dios del Santo Espíritu para usarla como una espada. (Ef 6, 10ss) En el nombre de Jesucristo crucificado, muerto y resucitado, yo ato todos los espíritus del aire, de la atmósfera, del agua, del fuego, del viento, la tierra, debajo de la tierra. Yo también ato la influencia de cualquier alma perdida o caída que pueda estar presente y todos los emisarios de los cuarteles satánicos o cualquier asamblea de brujos o hechiceros o adoradores de satanás que puedan estar presente en algún modo preternatural. ­ Yo clamo a la sangre de Jesús en el aire, atmósfera, agua, fuego, viento, la tierra y todos sus frutos, y debajo de la tierra. En el nombre de Jesucristo yo le prohíbo a todos los adversarios mencionados que se comunique o ayuden unos a otros de cualquier modo, o que se comuniquen conmigo, o que hagan cualquier cosa excepto que yo les mando en el nombre de Jesús. En el nombre de Jesucristo yo sello este lugar y a todos los presentes y a todos los familiares, amigos y conocidos de los presentes, y también sus lugares, posesiones y fuentes de aprovisionamiento en la sangre de Jesús. (Repetir tres veces) En el nombre de Jesucristo yo le prohíbo a cualquier espíritu perdido, asamblea de brujos, grupos, satánicos, o emisarios o cualquiera de sus colaboradores que me hagan daño o que tomen venganza sobre mí; mi familia y mis conocidos o causen daños a cualquier cosa que nosotros tenemos. En el nombre de Jesucristo y por los méritos de su preciosísima sangre, yo rompo y disuelvo cualquier maleficio, hechizo, encantamiento, ardid, brujería, atadura, trampa, engaño, mentira, tropiezo, obstáculo, decepción, desvío, o distracción, cadena espiritual o influencia espiritual, también toda enfermedad del cuerpo del alma, mente o espíritu puesta sobre nosotros o sobre este lugar,. o sobre cualquiera de las personas, lugares o cosas mencionadas por cualquier agente o atraída sobre nosotros por nuestros propios errores o pecados. (repetir tres veces) Yo ahora coloco la cruz de Jesucristo entre mi y todas las generaciones en mi árbol genealógico. Yo declaro en el nombre de Jesucristo que no va a haber comunicación directa entre las generaciones. Toda comunicación será filtrada por medio de. la preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. María inmaculada cúbreme en la luz, poder y fuerza de tu fe. Padre, por favor envía los ángeles y santos para que me asistan. Gracias, Señor Jesús, por ser mi sabiduría, mi justicia, mi santificación, mi redención. Yo me rindo al ministerio de tu Espíritu Santo, y recibo tu verdad en cuanto a la sanación intergeneracional. . Gloria, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, por los siglos de los siglos, Amen. ORACIÓN DE LIBERACIÓN (Monseñor Morales) Señor nuestro Jesucristo te adoro, te alabo, te bendigo, gracias por tu infinito amor por el que te has hecho uno de nosotros naciendo de la Virgen María y por el que subiste a la Cruz para dar tu vida por nosotros. Gracias por tu sangre preciosísima con que nos has redimido. Con tu sangre preciosísima brotada de tus sacratísimas sienes traspasadas por espinas: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Con tu sangre preciosísima brotada de tu hombro y espalda llagados por la Cruz a cuestas: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Con tu sangre preciosísima brotada de tu costado abierto por la lanza: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Con tu sangre preciosísima brotada de tus pies y de tus manos traspasados por los clavos: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Con tu sangre preciosísima brotada de todo tu cuerpo llagado por los azotes: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico. Tres veces Gloria Amén, Amén, Amén. PLEGARIA DE LIBERACIÓN Oh, Señor, tú eres grande, tú eres Dios, tú eres Padre, nosotros te rogamos, por la intercesión y con la ayuda de los arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, que nuestros hermanos y hermanas sean liberados del maligno que los ha esclavizado. Oh, santos, venid todos en nuestra ayuda. De la angustia, la tristeza y las obsesiones, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. Del odio, la fornicación y la envidia, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. De los pensamientos de celos, de rabia y de muerte, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. De todo pensamiento de suicidio y de aborto, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. De toda forma de desorden en la sexualidad , nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. De la división de la familia, de toda amistad mala: Líbranos, oh Señor. De toda forma de maleficio, de hechizo, de brujería y de cualquier mal oculto, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor. Oh, Señor, que dijiste “la paz os dejo, mi paz os doy”, por la intercesión de la Virgen María concédenos ser librados de toda maldición y gozar siempre de tu paz. Por Cristo Nuestro Señor. ¡Amén!